Podemos ayudar a otros seres humanos a mejorar su vida a través de brindarles métodos y herramientas con los cuales puedan equilibrar las diferentes áreas de su vida: emocional, social, cognitiva, afectiva, etc.

Uno de los desbalances que todos sufrimos y que sin embargo consideramos normal es el de la atención. Nuestras mentes están constantemente distraídas con pensamientos sobre el pasado o el futuro y con un interminable diálogo interior. Cuando somos capaces de permanecer presentes y con una mente silenciosa podemos concentrarnos mejor y experimentar mayor claridad mental. El problema es que no sabemos como entrenar a nuestra mente para mejorar la atención. Hoy en día ya se enseñan en muchos países occidentales varias de las técnicas desarrolladas en Asia para el entrenamiento de esta facultad.

Al estar atentos en el presente también podemos estar atentos de los pensamientos y emociones que experimentamos habitualmente y reconocer cuales son virtuosos y no virtuosos. A través de métodos para desarrollar empatía, compasión, paciencia, etc. podemos también empezar a vivir una vida ética, haciéndonos responsables del impacto que tienen nuestras acciones y palabras en los demás y en el entorno.

El desarrollo de la inteligencia emocional es crucial como sugiere Daniel Goldman. Ya que este tipo de inteligencia es la que nos lleva a manejar nuestras emociones con sabiduría y a saber entablar buenas relaciones con la sociedad, abriendo así las puertas para alcanzar nuestras metas, vivir una vida significativa y aportar beneficios a nuestra comunidad.

Así mismo el desarrollo de la sabiduría es importante para el desarrollo del ser humano. No sólo la inteligencia racional y la emocional, sino también una sabiduría más profunda sobre la realidad del como es que existimos. El reconocer que somos interdependientes con todo lo que nos rodea, que somos impermanentes y es por esto que podemos transformarnos en mejores personas, cambiando nuestros hábitos negativos y cultivando los positivos. Y la sabiduría de el ser conscientes de que vamos a morir y a ser separados de todo lo que valoramos y apreciamos, lo cual nos ayuda a poner en orden nuestras prioridades y a aprovechar nuestra vida de la mejor manera posible.

El objetivo del desarrollo humano es el encontrar la felicidad genuina. No sólo una felicidad hedonista basada en estímulos externos como la seguridad, el confort, salud, bienes materiales, amistades, etc. Sino una felicidad que no dependa de factores externos, los cuales son por naturaleza impermanentes, sino de una paz mental que surge del llevar una vida balanceada. Del llevar una vida ética, del ayudar a los demás a encontrar la felicidad, del cultivar claridad mental, y del cultivar la compasión, la bondad, la generosidad y la paciencia hacia los demás. En la medida que podamos reducir nuestras aflicciones mentales y emociones destructivas, encontraremos que nuestras relaciones mejoran, que nos sentimos más tranquilos y encontraremos una felicidad genuina sin importar que tan buenas o malas sean las circunstancias externas.

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