Alguna vez te has sentido motivado a hacer algún proyecto que en su momento parecía muy significativo, o involucrarte en un trabajo o actividad que sería de mucho beneficio para los demás? Pero a medida que empezaste a desarrollarlo, te empezaste a enfrentar a los obstáculos que conlleva cualquier tipo de empresa o proyecto. Te diste cuenta que para lograrlo había qué luchar incansablemente, hacer cosas que eran desagradables y que requerían dinero, esfuerzo y que no había garantía de lograr el éxito, ni siquiera de saber si sería realmente de beneficio para la humanidad. Te cuestionaste si tu motivación detrás de este proyecto no era en cierto modo también dominada por algún deseo autocentrado, de conseguir reconocimiento, o dinero, o algún tipo de beneficio personal. Te encontraste con gente que se oponía o te desanimaba, diciéndote que no valía la pena invertir tu tiempo, o que no era una buena idea o un proyecto útil.
Poco a poco te sentiste más y más desanimado, menos motivado, y por último decidiste que no valía la pena poner más tiempo y energía en ese proyecto. Finalmente lo dejaste. Y empezaste a cuestionarte que es lo que verdaderamente vale la pena?
Yo he estado ahí, y lo único que he encontrado que vale la pena es observar a mi mente atentamente, ver cómo surgen los pensamientos que se cristalizan en motivaciones, motivaciones que producen emociones que alimentan la energía que lleva a la acción. Estar consciente, debajo de cada acción ¿cuál es nuestra motivación?. Y cuando descubres que es una motivación autocentrada, preguntarte si realmente vale la pena.
El reflexionar sobre nuestras acciones, hacernos conscientes de nuestras motivaciones, emociones y pensamientos, es lo que realmente vale la pena, solo así nos empezamos a conocer a nosotros mismos, a transformarnos en mejores personas, más atentas, bondadosas, generosas y pacientes, y cuando estamos dedicados a esta observación y transformación es que podemos empezar a actuar con sabiduría, sin esfuerzo y desinteresadamente. La acción sucede como algo natural. Y cuando no hay una acción necesaria, la quietud de nuestro cuerpo ya sea en la postura sentada o en la recostada, nos permite seguir observando a nuestra mente, en el presente, soltando el aferramiento al pasado y al futuro.
Para ti, que es lo que verdaderamente vale la pena?